jueves, 21 de marzo de 2013
Prohibido Pasar
¿Quiénes tenían la entrada prohibida a la congregación? (23:1 al 8).
Deuteronomio 23:1 No entrará en la congregación de Jehová el que tenga magullados los testículos, o amputado su miembro viril.
23:2 No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová.
23:3 No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová,ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre,
23:4 por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte.
23:5 Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba.
23:6 No procurarás la paz de ellos ni su bien en todos los días para siempre.
23:7 No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano; no aborrecerás al egipcio, porque forastero fuiste en su tierra.
23:8 Los hijos que nacieren de ellos, en la tercera generación entrarán en la congregación de Jehová.
Sí, vivir en aquel tiempo era realmente difícil. Para nosotros las cosas son diferentes. Dios nos ha dado mayor libertad (aunque esto implica mayor responsabilidad). Pero no porque nosotros seamos mejores que ellos, sino porque Cristo llevó en la cruz todas nuestras porquerías interiores y es su vida en nosotros la que nos da mayor libertad delante de Dios.
Somos parte de la congregación de Dios, del pueblo de Dios, porque la sangre de Jesús borró nuestros pecados y el Espíritu de Dios nos ha sellado como su exclusiva propiedad.
Dios no mira tu apariencia física, ni tu clase social, ni tu color de piel. Tampoco mira tus bolsillos, si tienes o no dinero. Él te recibe y te acepta solamente en Cristo. Dios mira únicamente lo que hay en tu corazón.
¿Cómo son tus pensamientos delante de Él?
¿Qué tipo de intenciones tienes?
¿Lo que sientes es de Dios o de tu propia carnalidad?
Si tu corazón no está limpio, confiésale tu pecado, cree que su sangre te limpia y entra a su presencia.
Si tu corazón está limpio delante de Él, ¡qué esperas! Entra con toda confianza a su presencia y alábalo con libertad. Él te está esperando. ¡Puedes pasar!
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