lunes, 4 de marzo de 2013
Un Día Diferente de los Otros
Y él (Jesús), cargando su cruz,salió al lugar llamado de la Calavera…allí le crucificaron, y con él a otros dos,
uno a cada lado, y Jesús en medio.Juan 19:17-18.
Un Día Diferente de los Otros
El evangelio de Marcos (capítulo 15) nos presenta el relato cronológico de ese día único en la historia del mundo, el día de la crucifixión del Señor. Está dividido de tres en tres horas.
Por la mañana (v. 1), al amanecer, el Señor fue llevado atado a Pilato.
A la hora tercera (v. 25) fue crucificado. Los hombres le ultrajaron, le injuriaron y se burlaron de él.
Cuando llegó la hora sexta (v. 33), es decir, al mediodía, empezaron las tres horas de tinieblas. Entonces Jesús sufrió de parte de Dios el castigo que merece el pecado de los hombres, el mío y el suyo.
A la hora novena (v. 34), la obra de la expiación llegó a su fin. Jesús exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Luego expiró, dando una gran voz que hizo decir al centurión: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (v. 39).
Cuando llegó la noche (v. 42), el cuerpo de Jesús fue colocado en un sepulcro. Era el final del día, la víspera del sábado, día en que toda actividad se suspendía.
El cuerpo formado por Dios mismo, en el cual Jesús visitó y atravesó este mundo, cuerpo que fue golpeado, lastimado, ultrajado y crucificado, se hallaba envuelto en una sábana y puesto en el sepulcro nuevo de un hombre rico (Isaías 53:9). El Santo no debía ver corrupción, ni aun tener contacto con ella (Salmo 16:10). Tres días después resucitó para la gloria de Dios y para nuestro favor.
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